La inexplorable noche..
El indomable rio..
Lágrimas cobardes..
Ilícitos pensamientos..
Ahogadas palabras..
La infinidad de un Te quiero.

Afuera la lluvia, con ese ruido alucinador que transporta desde la mera mundanidad a la mera idealidad. De fondo, a la par, una serie de notas que confluyen en una iluminante melodía. Dedicada a ella, Elisa, por él, Beethoven. Palabras, que intentan plasmar idealidades sobre realidades, rompiendo con lo determinado indeterminado. Inconformes intentos de hacer llegar, de hacer saber, de ese querer. Esa bendita fuerza que termina llevando a la locura. Que explota y hace explotar, que lleva a estados impensables, que transporta.

Cielos Azules

"Tan solo quiero un lugar
Donde vivir en paz
Bajo las estrellas heladas
De certeza ilmunaria

Tirar todas las ropas
Esperar el sol nacer
Buscar las fuentes del alma
Bañarme en ellas cada amanecer

Y cuando digo cielos
Digo cielos, digo cielos azules

Y que el alma de lobos nos guie
En las arenas heladas
Encender un fuego
Y cantar la canción, la dulce canción
La dulce canción, del alma"


Herman Vinson, Un Buda